Parece inverosímil, pero a veces las definiciones fallan porque los jugadores son demasiado buenos. Tan de crack es ese andar que, para ellos, en el mano a mano con el arquero debe primar la sutileza; de lo contrario traicionarían su propia naturaleza. Ni a Di María ni a Messi se les ocurre apuntar entre los tres palos y descargar un fierrazo. Ese lugar común del goleador no cabe en su algoritmo futbolero. Todo bien con los artilleros de manual, de eso viven, pero tratándose de Di María y de Messi los goles necesitan revestirse de belleza. Entonces sucede lo de anoche: una anomalía, un accidente. El reino de lo insólito.
1) Pica Di María en el amanecer del partido, sin camisetas canadienses en el camino hacia el gol. Pero el último control se le va un poquito largo, así que un defensor lo alcanza y lo obliga a definir de derecha. La cámara que captura la acción desde el área del frente revela cómo la pelota, por muy poco, no llega a elevarse por encima del arquero. Cuestión de centímetros. Contra Francia, en la final de siempre, el mismo toquecito delicioso, pero de zurda, había burlado la estirada de Lloris. Detalles.
2) El que llega para ajusticiar el partido es Messi, entonces tira cruzado y el arquero tapa abajo. Hay una segunda chance, porque la pelota vuelve a caerle al 10, y ahí se enciende el ballet. Messi engancha, con el canadiense todavía gateando, y elige una exquisitez. Pero por esas casualidades de la vida, cuando el festejo era inminente, el defensor salva en el área chica. De no creer.
3) Ahora sí, la revancha está servida, como la mesa en un restaurante colmado de estrellas Michelin. Messi entra al área y el arquero sale a todo vapor; cualquier otro en su lugar habría elegido el zapatazo, arriba, inapelable. No es propio de Messi; mejor tocar buscando el palo. ¿Y qué hace la pelota? Sale apenas desviada. El revés de la trama queda expuesto y la gente se agarra la cabeza.
Bonus track/moraleja: Lautaro Martínez no está a la altura de Messi ni Di María, se sabe, pero en el área es un zorro, no tan viejo, pero a todas luces sabio. Pues bien, también tuvo su mano a mano frustrado, aunque luego se desquitó. Dicen los jugadores que la cancha, de tan desastrosa, le hizo un favor a Canadá en esas instancias. Es muy posible. Pero que no queden dudas ni surjan preocupaciones. A Di María y a Messi la noche de Atlanta les dejará esta anécdota. Como sostenía Tu Sam, puede fallar. Es el curioso problema de ser tan buenos.